Esta ha sido la travesía de mayor envergadura que hemos realizado, pues fueron alrededor de 500 milla náuticas y prácticamente toda la costa mediterránea española. La travesía fue una invitación de ventura, un verdadero lobo de mar con más de 30 años de experiencia navegando por el mediterráneo y dos travesías al atlántico, amigo que conocimos en el marco de la Barcelona nocturna. Nos propuso acompañarlo a llevar un velero de 12 metros a Canarias, , viaje tenia pronosticado no duraría más de dos semanas. Por su puesto Ricardo y yo no vacilamos en pedir permisos en nuestros respectivos trabajos y enrolarnos en esta singlatura.
Zarpamos el 5 de febrero, ventura, Paola, Ricardo y yo, el pronostico del tiempo para los próximos tres días era un poniente que todo indicaba, como así paso, que subiría y se nos presentara como temporal. Con este poniente la navegación a vela se hacia bastante complicada, pues la ceñida era prácticamente la única posibilidad de navegar que teníamos, con el inconveniente que tiene este rumbo para las travesías largas en relación a la escora y por ende el confort dentro del barco. Debido a este factor el grueso de la travesía lo hicimos a motor. cada 36 horas debíamos entrar en puerto para repostar combustible, agua y víveres.
Fueron muchos los problemas que tuvimos durante la travesía, que han hecho de esta travesía, por lo menos para mí como una verdadera escuela, en tanto se resolvieron cada una de las dificultades, con la calma, sapiencia y temple que tiene ventura.
ya en la primera recalada, en Castellón, la preocupación giro alrededor de la constante agua que había que achicar del barco, aspecto que preocupo seriamente a Ventura, pues la estanqueidad de un barco es fundamental y más cuando nos quedaba todo el viaje por delante. El problema resulto ser un tanque de agua que estaba dañado y los más de 120 litro de agua los perdía poco a poco.
Una ves resulto el primer escollo zarpamos con dirección el cabo San Antonio, que es la parte más oriental de la península ibérica. Durante las primeras 6 horas Ventura nos recreo con navegación a vela, escorando el barco de tal manera que nos daba la sensación que volcábamos, explicándonos las diferentes formas de adrizar el barco, coger rizos , trimar velas, y empapándonos de cultura náutica. A medida que entraba la noche el viento subía y las olas se hacían más amenazantes...el barco daba pentacazos y por momentos pensaba que el casco no aguantaría y el miedo me invadía el cuerpo sólo de pensar caer al mar con esas olas gigantes, la costa a más de 15 millas un frió que que se te metía por todas partes. Pensaba para mis adentros que ventura sabrá lo que hace y yo debo confiar plenamente en él; sensación extraña, pues nunca antes había sentido que mi vida dependiera en el sentido estricto de la palabra del saber de otra persona. Estábamos en pleno temporal, con un fuerza 6 por la proa del barco, con rachas de fuerza 7 que parecían levantar el barco en vuelo sobre el mar.
Experimente mí primer gran mareo, vomite esta vida y la otra. ventura en medio del temporal fue fue a bajar la mayor y me pidió introducir el waypoint deValencia, que era el puerto que teníamos más cerca, en este momento deje la rueda en manos de Ricardo y me centre n el GPS, pero tanto movimiento fueron demasiado para mí estómago y durante más de 20 minutos estuve vomitando sin parar, con la esperanza de llegar rápido a puerto. Nos faltaban todavía más 2:30 Horas para entrar en valencia.
Al pasar los días la travesía se nos estaba haciendo demasiado pesada, llevábamos días apenas durmiendo, navegando de ceñida y con un cansancio en el cuerpo que poco a poco te hace más irritable. Al llegar a Almuñecar, un puerto Andaluz, ventura con muy buen criterio decidió darnos un descanso, que aprovechamos con Ricardo para ducharnos con agua caliente, y por alguna razón terminamos embriagándonos y borrachos. La verdad, no sé de donde sacamos las fuerzas, por que estábamos reventados, pero será efecto del regreso a tierra o no sé el que nos empujo a celebrar seguramente la vida, que si bien nunca estuvo en peligro, en le mar y en el marco de un temporal, todo parece más frágil.
El última trayecto del viaje fue el acercamiento al estrecho de Gibralta, reconciliados con el velero, con el mar y con un día precioso de navegación, con mar plana y una brisa agradable que nos permitió degustar de un pez cocinado por Ventura. Divisamos Calderones y por babor África y por estribor la península.....nosotros en el medio de dos continentes, de dos mundos, fascinados del encuentro con el atlántico. En Tarifa nos desembarcamos, a Ventura le quedaba una semana por el atlántico para llegar a Canarias, nosotros nos quedamos a las puertas del Océano que en unos años conoceremos, lo cabalgaremos.
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