
En la Marín varias anécdotas nos pasaron en el par de noches que estuvimos allí. Una de ellas tiene que ver con el fondeo en la bahía de Le Marin; había zona reservada para veleros y otra zona de catamaranes. Nosotros fondeamos donde pudimos antes que se nos echara la noche y " sin saber sabiéndolo", como diría nuestro amado Chapulín Colorado, fondeamos en la zona reservada a los Catamaranes, con la preocupación y mirada asombrosa de los vecinos, que se preguntarían de donde habíamos salido , pendientes de que nuestro cabo y ancla no garreara y golpeara sus lujosas embarcaciones.
A nosotros, a estas alturas nos daba igual un poco todo. Estábamos asombrados, maravillados, extasiados, cansados, felices y vivos como para preocuparnos de molestar a un vecino con nuestra "Nao Cacao."
La noche se impuso y con Gabriel sacamos el ron que teníamos reservada para la ocasión, brindamos por Ricardo, por nosotros, por nuestras familias, por la maravilla de respirar y estar vivos... Estuvimos mucho rato entre perplejos y en silencio diciéndonos a nosotros mismos que habíamos atravesado el Atlántico. El sueño se había hecho realidad y entre el alcohol y una especie de estado onírico que nos filtraba la realidad, decidimos desembarcar e ir a tierra, a caminar, mirar y respirar las aromas de la tierra. Nuestras reservas económicas no nos daba para mucho más y si bien una buena cena en un restaurante hubiese sido bien recibida, nos conformamos con un pollo asado a la brasa y unas patas fritas llenas de aceite que compramos en un puesto ambulante, con algunas moscas, perros velándonos y la oferta de los lugareños ofreciendo estimulantes. Nos supo a gloria el pollo pequeño y raquítico que nos comimos...Con Gabriel sentíamos que flotábamos...! Verbalizábamos querer de todo, pero realmente no necesitábamos nada. Nuestro pollo, el ron y nuestra amistad eran suficientes...!
Cuando quisimos regresar a la Nao a dormir, con las manos llenas de grasa y borrachos de alcohol y felicidad nos percatamos que nuestra embarcación auxiliar no estaba en la playa donde la habíamos dejado. No tuvimos la precaución de atarla con candado y se la habían robado. La Nao estaba a unos 500/ 800 metros de la playa y no nos quedo más remedio que meternos en el agua y nadar hasta la Nao. Nos reímos mucho de nuestra "desgracia" y de la posibilidad de ahogarnos borrachos..!

A estas alturas estábamos crecidos, confiábamos en la embarcación y en nosotros mismos. Con Gabriel nos habíamos compenetrado bastante bien y gobernábamos la Nao con suficiencia y seguridad. Nuestro equipo de tierra nos dio el visto bueno y zarpamos al final de nuestro viaje.
A la salida de Le Marín, por babor aviste una luz verde paralela a nosotros, Gabriel dormía y yo estaba de guardia...Al cabo de muy poco tiempo la luz dejo de ser sólo verde y veía una luz verde y roja...se trataba de un velero que venía rapidísimo hacia nosotros. Encendí motor, la luz de cubierta para que visibilizará nuestras velas...Paso muy cerquita de nosotros un velero grandote, a unos 20 metros . No atendieron a a nuestras llamadas por radio, sólo el que cambiáramos un poco el rumbo y la buena suerte que nos acompaño durante toda la travesía nos saco del apuro.
El 25 de diciembre recibimos la llamada de Antonio y de Lordake, parte de nuestro equipo de tierra dándonos ánimos y saludándonos por la navidad. Nuestra cena de Navidad fue un arroz con maíz, y el último jamón que nos quedaba.
El 26 de diciembre a medida que nos acercábamos al golfo de Venezuela, el viento empezó a subir y tuvimos que rizar la mayor y el Génova. En un descuido nuestro y con un viento que empezaba a subir de manera amenazante, el barco se nos fue de orzada y rompimos el estay volante, donde teníamos engarruchada el segundo Génova. Fue un momento de tensión pues la jarcia crujió, el barco escoro considerablemente y yo temí por el perno del sistema de timón, del cual no teníamos un recambio en condiciones. Por otro lado el mar empezó a subir y las olas, portantes hacía que tuviésemos que acompasar le ritmo de la ola con la velocidad del la Nao.
El equipo de tierra nos advirtió de lo complicado que podría ser el paso por el golfo de Venezuela y de la posibilidad de que subiera el viento considerablemente. El viento a medida que pasaban las hora empezó a subir y no bajo hasta que llegamos a Santa Marta. Pasamos a menos de 20 millas de Aruba y no la divisamos. Lordake, Antonio y Jordi, nos enviaban partes de la zona y nos sugirieron un acercamiento para pasar por punta gallinas, Colombia. Con Gabriel íbamos muy cansados y el margen de error en una maniobra nos hubiese podido poner en serio peligro. Mí hermano Javier por otro lado se puso en contacto con mí hermano Santiago y la Armada Nacional de Colombia nos empezó hacer un seguimiento cuando empezamos a navegar por aguas colombianas.
Punta Gallinas
Delfines
El paso por punta gallinas fue muy complicado, dos veces el barco se no fue de orzada y se atravesó a las olas, por otro lado el mar era grande y cruzado y se nos dificultaba mucho gobernar la Nao, Pasamos a unas 20 millas de punta gallinas y con Gabriel decidimos estar los dos en la bañara las últimas dos noches para responder rápido a cualquier dificultad..
Yo aquí no quería ceder, no frente a las costas de Colombia, no después de más de 5000 millas navegadas, no al final de lograr con éxito nuestra travesía. Lordake desde tierra y Jordi Villar nos marcaron una ruta para evitar las zonas de más viento, y hacer el acercamiento a Santa Marta. La marina Colombiana se ponía en contacto cada hora y estaban pendientes de salir a buscarnos y rescatarnos en caso de que la cosa se pusiera más fea.
El paso por punta gallinas fue sin lugar a dudas el tramo más complicado y peligroso de toda la travesía.
Al llegar a Santa Marta, la marina prohibió la navegación a embarcaciones menores....y allí en el Pantalan estaba Ricardo, Linit, Felipe, David, Claudia....Nuestros amigos esperándonos. Con Ricardo nos fundimos en un abrazo, nuestra gran travesía había llegado al final, el sacrificio y nuestro empuje había valido la pena...!
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Con Gabriel Y Ricardo |
El encuentro con mí familia en Bogotá no lo voy a olvidar en la vida, fue un océano de afecto y cariño tan equiparable como el océano que cruzamos en nuestra "Nao Cacao"
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Familia en Bogotá |
2 comentarios:
Mauricio esto es lo mas maravilloso que he leido.ustedes son unos machos,locos!!!!. Sus escritos estan tan divertidos, solo quiero decirle me siento feliz,inmensamente feliz de que haya logrado su sueno lo haya hecho realidad y que ESTE VIVO!!!!!. UN ABRAZO FUERTE. LA PRINCIPITA DE LA CALLE :O
Como soy de viajar mucho me interesa conocer informacion sobre distintos países y todo lo vinculado con la geografía y las cosas de todo el mundo. Este año tenia ganas de conseguirme pasajes a rio de janeiro para disfrutar de esas playas
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