Hacía casí un año un año no navegaba, la llagada de mi grumete, Luka tenía centrada toda mi atención y tiempo, en esa nueva travesía que es la paternidad, donde lo que haces o dejas de hacer no sólo tiene una incidencia en tu día a día, si no también en esa nueva personita que atrapa tu deseo con la mirada ingenua; que una ves mira ya no es tan ingenua y actua como una impronta.
Juli y Ruht, armadores y patrones del Kiski me invitaron hacer está bonita regata de semana santa, en compañía de LLuis, un tripulante chisposo y con buen hacer marinero. Juli, llevaba preparando la regata hacía unos meses y puso su Bavaría. 38 a son de mar para las,158 millas náuticas que separan Sitges de Formentera.
Ruth, es una tripulanta con muchas millas a su espalda que aporto no sólo sentido común en muchas decisiones, si no también un sentido del humor contagioso que suavizaba las jornadas de guardias y rutinas que en una regata de este tipo pueden resultar estresantes para toda la tripulación. También cuido de cada uno de nosotros con apetitosos y ricos menús. Ruth entiende perfectamente que navegar no es sinónimo de sufrimiento y es un ejercicio más cercano al placer y la tranquilidad.
Luis, es el "hombre de confianza" que todo patrón desea...Conoce la maniobra del barco a la perfección, está dispusto y disponible en todo momento y te da la sensación que " Nunca te dejará caer". Simpre alegre y capaz de romper el hielo con hunor en los momentos más tensos e inesperados.
Faltando 70 millas para llegar a Formentera y calculando que llegaríamos a vela fuera de control,el patrón permitio consensuar la desición final, que no fue otra que brindar por lo luchado y despedirnpos de la regata con un atardecer que nos fundio en un abrazo. Encendimos motor y nos retiramos.
Una de las cosas que más me maravilla en las travesía es la visita de las aves extenuadas que se posan en el velero buscando un descanso. No deja de ser curioso que para los humanos y para las aves los barcos en general es el lugar más seguro. Abordo de veleros es donde más he disfrutado de ver y tocar pajaros. Experíancia que en tierra, a mí me resulta impensable o por lo menos muy poco probable.
Probablemente está retirada nos alejo del objetivo deportivo, pero nos acerco y abrio la ventana de una navegación muy cercana y respetuosa entre los tripulantes, muy cálida entre cada uno de nosostros, muy armoniosa con el mar y agradecida con el espectaculo de fauna marina del que pudimos disfrutar.
Lo náutico siempre es un "mar" de sorpresas y es que al regreso, como por casualidades del destino, a 70 millas de Formentera nos quedamos sin motor y lo que se esperaba hacer en unas 22 horas de Formentera a Premia de Mar, se convirtieron en casi 42 horas a vela.
El Kiski quizo, que navegaramos toda la noche con el asimétrico, esa maravillosa vela de portantes y traveses, que nos acerco a Premia de Mar, poniendo en juego hacer marinero. El viento también estuvo arisco, rolón y flojo, pero sobre medio día empezo a soplar un viento del sur, muy suave, pero sufieicente, para dar gobierno al Kiski y empezar a ganar millas de regreso.
De Formentera pocas cosas que decir, si no es otra que hay que volver una y mil veces más y si puede ser navegando entonces ya no hay palabras.
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