sábado, 27 de julio de 2013

Charla Consulado Colombiano



Charla Consulado Colombiano



Travesía oceánica: De Premia a Santa Marta

Atravesar el Atlántico vela, puede ser algo mas o menos habitual para muchos navegantes europeos, que conservan una cultura náutica avalada por siglos de desarrollo náutico a nivel profesional y deportivos.
La ruta de los Alisios  cada año es navegada por muchos navegantes europeos que atraviesan el océano, buscando  el calor del Caribe…
Para dos colombianos y un argentino ajenos  culturalmente a un entorno náutico, atravesar el Atlántico, esta lejos de ser una experiencia habitual, para ser más una experiencia  del orden de los sueños y de lo fantástico. Y lo es de este orden, entre otras, por estas tres  razones que me gustaría subrayar:
- Un velero de  madera autoconstrucción de 9 metros de eslora, construido por Joan Massague y bautizado con el nombre de “Gaspar de Pórtala que Joan construyo con el fin de poder hacer la travesía, Barcelona- Menorca.
- Una equipación para navegación oceánica bastante justa y acorde a nuestras posibilidades económicas y de la  de nuestros amigos.
- Una experiencia vital de cada uno de los tres que estuvimos en esta aventura, más cercana al “rebusque”, donde aprendes a maniobrar y a moverte entra las aguas a veces turbias de la inmigración y el punto de Extimidad y exterioridad que te da la condición de extranjero, para hacerte un lugar con el oficio que sabes, en un país que no es el tuyo. En nuestro caso un cineasta,  que ha regresado a Colombia,  (Ricardo),un cantautor Argentino que ahora vive en Berlín (Gabriel), y un  psicólogo/educador que me siento muy a gusto  viviendo en Catalunya.
No hay antecedentes de un “equipo” colombiano, que hubiese realizado esta travesía de manera amateur y no la hay fundamentalmente por que en Colombia no hay una tradición náutica amateur en ninguno de nuestros dos mares: el Atlántico y el pacífico y lo poco que hay de este orden, esta más asociado a determinadas élites y estatus sociales donde de náutica hay muy poco y sobra la vanidad.
Metáfora de ventanas meteorológicas en el mediterráneo
A día de hoy esta travesía ha sido la experiencia más dura y maravillosa que he vivido…Ha sido una experiencia del orden de los “Los encuentros”, de aquello que para cada uno marca un antes y un después….Ha sido la confirmación que la mejor manera de estar orientado en el mundo es vivir bajo la batuta del propio deseo, aunque la “insensatez” de  esta travesía supusiera riesgos y enfrentar aquello que para Ricardo, para Gabriel y para mí era  desconocido: El océano.

 El riesgo de no regresar estuvo presente, nos acompaño toda la travesía de manera silenciosa, pero fuimos capaces, los tres, de convivir estos 75 días con esta posibilidad… Respondimos desde el entusiasmo y con un empuje de tirar para adelante con este nuestro sueño, pues no navegábamos para quedarnos en la inmensidad maravillosa del océano buscando el “OM. No,  creo que a ninguno de los tres nos interesa el “OM”, somos unos neuróticos más o menos estabilizados y  navegábamos para llegar a tierra  y retomar el vinculo social  que nos neurotiza y del que tanto gozamos. Ninguna milla navegada fue gratis, navegamos una a una de las más de las 5500, siempre acompañados por nuestros propios demonios y con la incertidumbre de cuando y cómo llegaríamos… En una travesía oceánica  una ves puestos no hay marcha atrás, no hay arrepentimientos,  no hay me “rindo” o  un “no puedo más”…

Amigos franceses
Esta travesía saco de nosotros tres todo lo que podíamos dar. No fue fácil  soltar las amarras del puerto y nosotros  lo pudimos hacer. La travesía implicaba un punto de no retorno, donde lo único que te queda es tirar para adelante, navegar milla a milla con miedo,  con alegría, con angustia, desasosiego, pereza, asombro, un bumerang de emociones que cambiaba de un  instante a otro de forma mágica como los decorados  en una obra de teatro. Apuntábamos  al sol en los atardeceres y en las noches el cinturón de Orión hacia una elipse por babor de popa aproa.
 La maravilla de navegar es que no te detienes, son las 24 horas haciendo guardias, mirando el horizonte, trimando un poco las velas y navegando, avanzando contigo mismo y haciendo de esta experiencia casi un viaje introspectivo, donde tienes tiempo para pensar y repasar toda tu vida. “La Nao Cacao” fue una velera valiente y marinera que aguanto los envites del mar y la fuerza del viento.
Dimos en esta travesía más de lo que sabíamos y podíamos, arriesgando incluso la salud de Ricardito  que en el tramo más técnico, Premia – Canarias, estuvo al 120%, llevando su cuerpo al limite y aguantando aún más cuando”desesperado”  pedía con lagrimas en los ojos que él aguantaba hasta Cabo verde…! Su cuerpo decía que no podía más, pero las ganas de continuar estaban intactas.  Lo más sensato fue su desembarco, quizás la insensatez fue continuar. Su desembarco nos dolió a los tres y a la posibilidad de una tragedia  se le sumo las ganas de no continuar, de abandonar el sueño…

Tras su desembarco estuvimos navegando con Gabriel más de 48 horas pensando si valía o no la pena continuar. Empujados por una brisita del oeste y una mar plana que no nos llevaba a ningún lado… Yo me había preparado para todo: Navegación, convivencia, maniobras, exámenes médicos,  físicamente exigí mí cuerpo con la bicicleta forzándolo a dar más, leía y releí manuales de supervivencia, navegación en mal tiempo y meteorología, hablaba con navegantes...Pero no estaba preparado para el desembarco de un amigo…No sólo era el hecho de que se desembarcara, era como una metáfora de “perder un amigo” con quien asombrados le habíamos visto las ganas a la muerte, que nos espanto con  un fuerza 7, es decir, vientos de más de 25 nudos y olas de 3/4 metros en el tramo de la península a canarias
Gabriel y su  capacidad soñadora, que se traduce en canciones, fue el que volvió a encender la mecha del deseo para cruzar el océano…Sus palabras más o menos fueron: Maocito, vamos a cruzar el océano…Es ahora, yo después no se si pueda acompañarte…!”  Y efectivamente sus palabras encendieron la mecha del deseo, el mismo que estuvo desde el principio,  aquel que nombramos con Ricardo cuando hablamos de este proyecto por primera vez  hace 8 años, el mismo que me acompaña desde mi infancia y desembocaba en el puerto, cada que salía a pasear en  la bicicleta,  entreteniéndome horas mirando veleros. Un proyecto llevado a cabo no por tres navegantes, un proyecto llevado a cabo por tres amigos, los cuales pienso hemos ganado con modestia, pero con orgullo el titulo de “ciudadanos del océano”.
Ricardito me decía: “Mao, yo contigo hasta el fin del mundo” y a Gabriel cuando le propusimos lo del Atlántico rio y dijo que aceptaba, si después recorríamos los Andes a lomo de burro…”
Gabriel durante la travesía se creció, dejo de ser un poeta, soñador y cantautor y se convirtió en un gran navegante. Emulo a Zorba el griego y de ser el amigo menos dotado, en términos náuticos para la travesía, su aporte resulto decisivo para llegar al final.  Yo le decía en broma que zarpo de  Premia hecho el Chapulín Colorado y que había llegado a Santa Marta hecho Bernard Montessier, navegante francés paradigma de la navegación libre, oceánica y de crucero.
Atrás quedo el mediterráneo impredecible con su mar de Alboran, el paso técnico y peligroso de la península a Canarias, el mar de los sargazos en el Atlántico donde bajamos hasta la latitud 20 para estar bajo influencia de los alisios, el Atlántico y su inmensidad, con  su bosque de olas portantes de las cuales vuelan manadas de peces voladores. También quedo  atrás el Caribe, mar de piratas y corsarios, donde se han tejido mil historias que han alimentado el universo infantil de tantos niños.
Santa Marta
Navegamos los tres como uno solo y no le pedimos permiso a nadie, no teníamos seguro, ni barco habilitado por las autoridades competentes, ni las  titulaciones necesarias, ni las garantías de un tercero que nos avalara en el éxito a cambio de una suma de dinero, un experto.  Había quien pensaba que si llegábamos a Gibraltat ya era demasiado. Pero teníamos un barco construido por un “hombre del renacimiento”, también soñador como nosotros, un equipo de tierra, que navego desde los ordenadores de sus casas dándonos los partes meteorológicos sagradamente cada 24 horas (LORDAKE,ANTULL, JORDI VILLAR Y mí hermano JAVIER y que en ningún momento nos dejo solos  durante la travesía. Teníamos el apoyo de algunos navegantes oceánicos que tampoco han pedido permiso a nadie para realizar sus sueños, Como Humberto el Holandés Errante y José Briones del Turbulento. También tuvimos el apoyo de un grupo de artistas y amigos que nos dieron soporte y alimentaron el sueño desde el principio, haciendo un paréntesis en sus actividades artísticas y volcándose cada uno de ellos y ellas en este proyecto oceánico desde sus posibilidades y recursos que no siempre se traduce en dinero: Indyon.tv (productora de cine independiente), factoría circular,( fabrica de sueños rodantes)Palo quesea, (teatro de calle) Mujeres en escena, ( teatro social y de genero) y la Sasteatrería ( artistas plásticos y de la palabra).

Familia...!
Pero sobre todo nos teníamos a nosotros mismos con nuestros miedos y nuestras fortalezas, decididos a  adentrarnos en el océano y llegar a la otra orilla. Teníamos y tenemos muchos amigos  soñadores, creadores, navegantes  de largo recorrido en sus oficios de quien habíamos mamado amistad, que durante años nos ha servido de alimento para dar pie a la posibilidad de soñar, y cuando estamos despiertos maravillarnos del hecho de estar vivos.

Dar las gracia al Club náutico de Premia de Mar y a Toni Gallard, por darnos la oportunidad de hacer escuela en el grupo promoción de regatas, donde casi siempre llegábamos   los últimos, pero sus ánimos consejos y sugerencias, para que no desistiéramos en  participar siempre estuvieron ahí….
Una mención especial a Jordi Villar, de diasdeviento.org, que desde el principio ha sido más que un oráculo para mí en cuestiones náuticas…Fue la persona que me facilito poder gobernar sólo y como patrón un velero: un Tucana 28, con el que realicé mis primeras travesías  costeras. Con Jordi hablé muchas veces de cruzar el Atlántico y él desde su escucha y sus observaciones supo alimentar este sueño.
Paola y vicecónsul
Creo que si algo mantiene la náutica en esta época donde los saberes son tan especializados y pertenecen a universidades e instituciones, es el valor de  la iniciación y la referencia de un patrón experimentado que te introduce en los por menores de la navegación, una especie de mentor que te abre la vía de un camino que después tu  tienes que recorrer sólo. Un saber que se transmite no desde la académia o programas curriculares, sino desde la cercanía de uno que quiere enseñar y otro que quiere aprender.  Esto ha sido Jordi para mí..!
Equipo de tierra
 Agradecimiento también al consulado de Colombia por permitir visibilizar esta experiencia que ojala sirva de algo para que otros como nosotros se animen hacer este tipo de travesía e impulsar la náutica en Colombia.
 
Consulado Colombiano
Esta ha sido una travesía de soñadores, por eso también es vuestra travesía, es un regalo, por lo menos de mí parte, a vosotros y vosotras que sois mis amigos y amigas…Buena singladura en vuestras travesías, yo encantado de ser vuestro tripulante

lunes, 10 de junio de 2013

La carta náutica y recortes de prensa


La carta que utilizamos para navegar las más de 5500 millas en 75 días...! Zarpamos un 14 de octubre del 2012 de Premia de Mar y  llegamos a Santa Marta Colombia el 30 de diciembre del 2012


Entrevista en Caracol TV
www.noticiascaracol.com/mundo/video-282934-un-colombiano-y-un-argentino-atravesaron-el-oceano-atlantico-un-velero

Entrevista en radio Premia
 http://www.ivoox.com/tot-d-una-2013-01-18-11h-audios-mp3_rf_1715598_1.html

miércoles, 5 de junio de 2013

Martinica- Santa Marta Colombia


Las casi 800 millas náuticas que separan Le Marin, Martinica y Santa Marta Colombia, las hicimos en 7 días. Zarpamos el 23 de diciembre del 2012 sobre le medio día y llegamos a Santa Marta, Colombia, el 30 diciembre del 2012 sobre las 10 de la mañana.

En la Marín varias anécdotas nos pasaron en el par de noches que estuvimos allí. Una de ellas tiene que ver con el fondeo en la bahía de Le Marin; había zona reservada para veleros y otra zona de catamaranes. Nosotros fondeamos donde pudimos antes que se nos echara la noche y " sin saber sabiéndolo", como diría nuestro amado Chapulín Colorado, fondeamos en la zona reservada a los Catamaranes, con la preocupación y mirada asombrosa de los vecinos, que se preguntarían de donde habíamos salido ,  pendientes de que nuestro cabo y ancla no garreara y golpeara sus lujosas embarcaciones.   
A nosotros, a estas alturas nos daba igual un poco todo. Estábamos asombrados, maravillados, extasiados, cansados, felices  y vivos como para preocuparnos de molestar a un vecino con nuestra "Nao Cacao."
 
La noche se impuso y con Gabriel sacamos el ron que teníamos reservada para la ocasión, brindamos por Ricardo, por nosotros, por nuestras familias, por la maravilla de respirar y estar vivos... Estuvimos mucho rato entre perplejos y en silencio diciéndonos a nosotros mismos que habíamos atravesado el Atlántico. El sueño se había hecho realidad y entre el alcohol y una especie de estado onírico que nos filtraba la realidad, decidimos desembarcar e ir a tierra, a caminar, mirar y respirar las aromas de la tierra. Nuestras reservas económicas no nos daba para mucho más y si bien una buena cena en un restaurante hubiese sido bien recibida, nos conformamos con un pollo asado a la brasa y unas patas fritas llenas de aceite que compramos en un puesto ambulante, con algunas moscas, perros velándonos  y la oferta de los lugareños ofreciendo estimulantes. Nos supo a gloria el pollo pequeño y raquítico que nos comimos...Con Gabriel  sentíamos que flotábamos...! Verbalizábamos querer de todo, pero realmente no necesitábamos nada. Nuestro pollo, el ron  y nuestra amistad eran suficientes...!





Cuando quisimos regresar a  la Nao a dormir, con las manos llenas de grasa y borrachos de alcohol y felicidad nos percatamos que nuestra embarcación auxiliar no estaba en la playa donde la habíamos dejado. No tuvimos la precaución de atarla con candado y se la habían robado. La Nao estaba a unos 500/ 800 metros de la playa y no nos quedo más remedio que meternos en el agua y nadar hasta la Nao. Nos reímos mucho de nuestra "desgracia" y de la posibilidad de ahogarnos borrachos..!
Al día siguiente recibimos la solidaridad de otros navegantes que no sólo nos llevaban hasta tierra en sus auxiliares y nos recordaron que ya estábamos en tierra y que la seguridad hay que extremarla, sino también nos dieron soporte y orientación para desmontar el piloto electrónico e intentar ponerlo a punto. Reparamos el Génova roto y pusimos la Nao a son de mar para volver a zarpar rumbo al Caribe.  No nos dio tiempo de reparar la nevera y el tricolor, pues debíamos estar el 30 de diciembre en Santa Marta y no queríamos cortar el empuje que nos había llevado hasta allí...! Había ganas de familia y terminar.
A estas alturas estábamos crecidos, confiábamos en la embarcación y en nosotros mismos. Con Gabriel nos habíamos compenetrado bastante bien y gobernábamos la Nao con suficiencia y seguridad. Nuestro equipo de tierra nos dio el visto bueno y zarpamos al final de nuestro viaje.


A la salida de Le Marín, por babor aviste una luz verde paralela a nosotros, Gabriel dormía y yo estaba de guardia...Al cabo de muy poco tiempo la luz dejo de ser sólo verde y veía una luz verde y roja...se trataba de un velero que venía rapidísimo hacia nosotros. Encendí motor, la luz de cubierta para que visibilizará nuestras velas...Paso muy cerquita de nosotros un velero grandote, a unos 20 metros . No atendieron a a nuestras llamadas por radio, sólo el que cambiáramos un poco el rumbo y la buena suerte que nos acompaño durante toda  la travesía nos saco del apuro.




El 25 de diciembre recibimos la llamada de Antonio y de Lordake, parte de nuestro equipo de tierra dándonos ánimos y saludándonos  por la navidad. Nuestra cena de Navidad fue un arroz con maíz, y el último jamón que nos quedaba.

El 26 de diciembre a medida que nos acercábamos al golfo de Venezuela, el viento empezó a subir y tuvimos que rizar la mayor y el Génova. En un descuido nuestro y con un viento que empezaba a subir de manera amenazante, el barco se nos fue de orzada y rompimos el estay volante, donde teníamos engarruchada el segundo Génova. Fue un momento de tensión pues la jarcia crujió, el barco escoro considerablemente  y yo temí por el perno del sistema de timón, del cual no teníamos un recambio en condiciones. Por otro lado el mar empezó a subir y las olas, portantes hacía que tuviésemos que acompasar le ritmo de la ola con la velocidad del la Nao.

El equipo de tierra nos advirtió de lo complicado que podría ser el paso por el golfo de Venezuela y de la posibilidad de que subiera el viento considerablemente. El viento a medida que pasaban las hora empezó a subir y no bajo hasta que llegamos a Santa Marta. Pasamos a menos de 20 millas de Aruba y no la divisamos. Lordake, Antonio y Jordi, nos enviaban partes de la zona y nos sugirieron un acercamiento para pasar por punta gallinas, Colombia. Con Gabriel íbamos muy cansados y el margen de error en una maniobra nos hubiese podido poner en serio peligro. Mí hermano Javier por otro lado se puso en contacto con mí hermano Santiago y la Armada Nacional de Colombia nos empezó hacer un seguimiento cuando empezamos a navegar por aguas colombianas.




  Punta Gallinas




Delfines

El paso por punta gallinas fue muy complicado, dos veces el barco se no fue de orzada y se atravesó a las olas, por otro lado el mar era grande y cruzado y se nos dificultaba mucho gobernar la Nao, Pasamos a unas 20 millas de punta gallinas y con Gabriel decidimos estar los dos en la bañara las últimas dos noches para responder rápido a cualquier dificultad..



Yo aquí no quería ceder, no frente a las costas de Colombia, no después de más de 5000 millas navegadas, no al final de lograr con éxito nuestra travesía. Lordake desde tierra y Jordi Villar nos marcaron una ruta para evitar las zonas de más viento, y hacer el acercamiento a Santa Marta. La marina Colombiana se ponía en contacto cada hora y estaban pendientes de salir a buscarnos y rescatarnos en caso de que la cosa se pusiera más fea.

 El paso por punta gallinas fue sin lugar a dudas el tramo más complicado y peligroso de toda la travesía.

Al llegar a Santa Marta, la marina prohibió la navegación a embarcaciones menores....y allí en el Pantalan estaba Ricardo, Linit, Felipe, David, Claudia....Nuestros amigos esperándonos. Con Ricardo nos fundimos en un abrazo, nuestra gran travesía había llegado al final, el sacrificio y nuestro empuje había valido la pena...!

Con Gabriel Y Ricardo



El encuentro con mí familia en Bogotá no lo voy a olvidar en la vida, fue un océano de afecto y cariño tan equiparable como el océano que cruzamos en nuestra "Nao Cacao"

Familia en Bogotá

Cabo verde- Martinica


2500 millas náuticas  separan  Mindelo, Cabo verde,  de Le Marin, Martinica. Zarpamos de Mindelo el 1 de diciembre del 2012 sobre las 10 am de la mañana y llegamos a Martinica el 20 de diciembre sobre las 17:00 pm .La noche anterior a zarpar estábamos tranquilos, un poco tensos, pues nos esperaban tres semanas de agua por la proa y adentrarnos en el océano atlántico. A partir de Cabo Verde se esta ya bajo la influencia franca de los alisios y por tanto los temidos vientos del SW ya no representaban una amenaza. Es una travesía donde el mar y el viento son portantes, con  algunos chubascos por el camino que te hacen ceñir y tener el viento y mar de cara.  Alguna encalmada también se encuentra uno,con le "encanto" de ver el océano como un espejo y estar a más de 1000 o 1500 millas de la costa. Diciembre no es época de huracanes, por tanto frentes o borrascas que den pie a vientos más allá de un fuerza 7 es improbable. ! Así lo esperábamos y así sucedió...! Por otro lado en  velero y en la mitad del atlántico hay poco margen de escapar a situaciones meteorológicas complicadas, como no sea una correr o capear el temporal en función de lo que se decida para mantener el  gobierno de la embarcación y no comprometer su seguridad.

La travesía nos la planteamos por semanas, así nuestra primera semana el objetivo era hacer la media de 120 millas náuticas cada jornada y buscando un trimaje de las velas  que nos permitiera avanzar sin comprometer el material ni forzarlo y a su ves que nos diera la confianza de gobernar la Nao  para ir haciendo millas.
 Para la segunda semana la idea era poder navegar con dos Genovas, estando el primer Génova atangonado y el segundo izado con garruchos en el estay volante que habíamos instalado en Barcelona.
La tercera semana sería de "bajada" y  para contar los días que nos faltarían por llegar.




Teníamos el barco a " son de mar", es decir, todo bien estibado y trincado. Realizamos las últimas compras de provisiones en Mindelo. Los nervios antes de zarpar son una cosa muy extraña: son una mezcla de ganas de zarpar, de no hacerlo, de qué pase rápido y de qué nunca termine...! En definitiva teníamos nervios...A la luz de nuestra gran amigo Lordrake, estábamos a punto de entrar en la parte mística de la travesía donde el  único universo que existe y ves es el del mar cubierto por una cúpula de estrellas que te recuerdan que eres poca cosa en medio de tal inmensidad...!   
Zarpamos el 1 de diciembre. La salida de Mindelo fue con bastante viento, pues  este se intensifica entre las islas, y sólo cuando tienes cabo verde por la popa el viento baja . Gobernar la Noa se nos hizo complicado, el viento era muy intenso, unos 30 nudos por la aleta y al más minimo descuido el barco se nos iba de orzada buscando darle al viento la cara, con la respectiva escora que hace que todo sea más complicado.Nos turnábamos la rueda y la escota de la mayor con Gabriel para poder gobernar la Nao.
Las cuatro primeras noche fueron muy duras, teníamos un aliso demasiado fuerte y llovía bastante . Las noches eran cerradas y nos dificultaba mantener el rumbo. De hecho la primera noche con un viento de más de 25 nudos estables avanzamos sólo 80 millas, pues era muy complicado mantener rumbo y por consiguiente navegábamos haciendo  "eses" . Con Gabriel nos decíamos  que mantener este ritmo de navegación sería muy complicado, a penas habíamos dormido, estábamos empapados por la lluvia  y el nivel de concentración con la rueda era muy alto para no poner en peligro la Nao con una escora o atravesarnos al mar. Llevábamos dos risos en la mayor, que quitábamos a las noches, y el Genova a un cuarto. Las  horas con luz lo llevábamos mejor, pero las noches se nos hacían muy largas y duras.
Después de cinco días el alisio dejo de soplar. Entramos en una encalmada durante dos días que nos vino muy bien para poder descansar  y comer en condiciones. A estas alturas la comida fresca ya se nos había agotado y empezamos a comer los enlatados. Pescamos también una dorada que nos devoramos a la plancha con unos jugosos pimientos del piquillo...!
Durante esta primera semana sólo divisamos un carguero que nos paso por la proa en dirección sur.Suponemos que navegaba con destino a algún país africano. ver un carguero en las noches es todo un acontecimiento, pues a pesar de la inmensidad, el riesgo de una colisión esta presente. Así que hay que poder interpretar muy bien las luces de la otra embarcación, que es lo único que se ve.

Los momentos de cansancio  se me mezclaban con una euforia y una alegría inmensa. Había momentos para pensar en cada uno de mí familia, en mis amigos de infancia, de colegio, de universidad, de la actualidad. Pensaba en los amores del pasado y en Camila.  También tuvimos las primeras noches estrelladas como nunca antes las había visto, la luna enorme como una galleta gigante de color leche que parecía que se fuese a rebosar y a regar sobre un océano que con su banda sonora de olas y viento  acompasaban milla a milla  lo que le ganaba la "Nao  Cacao.." al océano

Para la segunda semana ya teníamos cerca de  las mil millas por la popa. Era el momento de probar el segundo Genova  y ganar un poco más de velocidad.Nos daba un poco de reparo, pues no lo habíamos probado y nos daba miedo que forzara la jarcia y se nos rompiera un obenque o desarboláramos. Empezamos probándolo con un tormentín de garruchos y funciono bien, motivo por el cual no habían pasado ni 24 horas y probamos el segundo Genova, también de garruchos, que le dio más arrancada a la Nao. Todo funcionaba muy bien y el barco aguantaba sin ir forzando o maltratando el material..

Las noches continuaban siendo duras,pero los cielos acompañaban las guardias que las probamos de todas las habida y por haber: 3 horas cada uno, 4 horas cada uno, 12 horas cada uno, ahora tu ahora  y después yo, en función del cansancio de cada uno...En fin. Todas y cada una de las formulas se nos hacían pesadas, pues la rueda implicaba un tripulante gobernando las 24 horas. Los alisios ya no eran tan fuertes, pero 20 nudos por la popa o la aleta implican estar atentos. Como nos hizo de falta el piloto de viento que teníamos, pero nunca llegamos a reglar.


A las noches quitábamos el segundo Genova y en función de la previsión dejábamos mayor con dos risos y retenida y el Genova principal a un medio o un cuarto de vela atangonado.  Izar  mayor, tomar risos, adecuar las velas a las circunstancias, trimar, era algo que entro hacer parte de la cotidianidad y que poco a poco hacíamos con mucha soltura y suficiencia. A estas alturas Gabriel con propiedad proponía trimajes adecuados y se movía en el barco  y la maniobra con mucha seguridad y eficacia.


Más o menos en la mitad del Atlántico, nos encontramos una borrasca que nos trajo una lluvia muy fuerte que me impedía ver a más de un metro y me dolía la cara cuando las gotas me golpeaban el rostro. El mar de ser portante se volvió en contra y lo tuvimos de cara con unas señoras olas .Fueron unos 30 minutos donde no nos quedo más remedio que dar la vuelta y poner la proa de la Nao nuevamente para Mindelo. Ya nos habían advertido que no tiene sentido luchar con el mar, así que lo mejor era capear y poner la popa al mar. Todo lo que nos había costado avanzar y nos encontramos regresando  y deshaciendo lo navegado  por las condiciones de mar y de viento que nos impedían avanzar. Fue una especie de dar un paso para atrás para poder continuar hacia adelante.

Pasada la borrasca retomamos el rumbo y el alisio como por obra de magia volvió hacer portante.  También durante esta segunda semana tuvimos viento de cara, flojo pero de cara, que nos hizo ceñir con toda la mayor y el Genova izados No me podía creer ciñendo en la mitad del océano con un mar que me hizo pensar más en algunas  regatas placenteras de Premia de mar, cuando buscábamos la primera boya de desmarque.
después de esta ceñida tuvimos nuevamente dos jornadas de calmas. Decidimos con Gabriel a las noches avanzar con le motor para no perder la media de 120 millas la jornada. Llevábamos 250 litros de gasoil y no habíamos gastado nada.

Avistamos un catamaran con el que contactamos, el "Baba" una embarcación polaca que iba rumbo a Granada. Fue el único velero con el que contactamos y avistamos en toda la travesía del atlántico.

Luchar contra la humedad y hacer 120 millas diarias era nuestra obsesión. En las mañanas nos alegrábamos o preocupabamos si no habíamos hecho la media. y en función de esto planificábamos el día apretando o relajándonos más.

Comíamos bien, Gabriel y yo nos "currabamos" unas buenas comidas que complementábamos con los dorados que pescábámos.  No fueron tantos, dos o tres uno por semana. Pues tampoco estuvimos muy a por la labor; la rueda, las maniobras y el descanso se nos comía todo el tiempo. Nos pudimos bañar en la mitad del océano Atlántico. Con un poco de temor, por lo menos de mí parte, nos tiramos al agua atados a un cabo.
Tiramos los deseos de los amigos en las botellas que esperamos ya se estén cumpliendo.Fue un momento muy bonito, llegar a la mitad del atlántico y hacer el ritual de las botellas con los deseos.Era el homenaje a nuestros amigos y amigas que nos habían despedido en Barcelona. Era el momento de los homenajes a las familias. Con Gabriel destapamos un jamon que teníamos para la ocasión y brindamos con ron.

Una noche, ya finalizando la segunda semana, creo me quede dormido en la rueda, pues una" guiñada" (  Cuando el velero por inercia busca el viento de cara, lo cual supone una escora importante si se tiene mucha vela izada) del barco buscando el viento me despertó de sopetón. Nada más abrir los ojos vi una luz blanca intensa que se nos venía encima, me asuste de muerte y pensé que colisionábamos con un carguero. En cuestión de segundos intentaba descifrar su rumbo para salir de su derrota y evitarlo...En una de estas una ola elevo la Nao y mí sorpresa fue tal cuando me percate que no era un carguero el que generaba esa luz intensa, era la luna enorme  que había estado oculta y al desaparecer las nube se dejo ver. Pase de un susto de muerte a la fascinación que me provoca una luna llena.

Para la tercera y última semana la euforia nos acompañaba. Ya sólo nos faltaba 1000 millas náuticas y cada día era acercarnos a al tierra, a la realización del sueño. Hacíamos cabalas de cuando llegaríamos y la alegría era algo que acompaño fundamentalmente esta última semana.
Desde le centro en el que trabajo en Barcelona se ponen en contacto por el teléfono satelital. Fue una llamada que me lleno de alegría, pues se hace una conexión en directo con los chicos y chicas con lo que trabajo y mis compañeros de trabajo que se encontrabán celebrando la fiesta de navidad que se organiza cada año.. Me quede sin palabras y esta llamada incremento mis ganas de llegar a tierra.

Con Gabriel  cada día apretábamos  más la marcha y algunas noches dejábamos los dos Genovas para ganar más media.

A 300 millas de Martinica rompimos el puño del Genova que se nos quedo inutilizado. No poner una contra al tangón, trajo como consecuencia que se rompiera el puño de la vela ,el tangón y se doblara la anilla donde va atado el tangón al palo. Decidimos con Gabriel reparar esto en Martinica y no aminorar la marcha. Sacamos la mayor y navegamos a orejas de burro, la mayor con dos risos. Esta es una maniobra no muy adecuada con vientos portantes fuertes o moderados, pues volver a traer la mayor a su lugar, en el caso de que se intensifique el viento, puede traer como consecuencia romper algo de la jarcia y según como desarbolar. Eran 15/20 nudos lo que nos soplaba. La Nao como siempre muy marinera nos acerco a tierra. Martinica la divisamos el jueves 20 de diciembre a las 3:56 pm hora peninsular, 10:56 hora local. Nos faltaban sólo 35 millas para llegar, para cumplir el sueño y el trabajo de 8 largos años soñando con el Atlántico. Gabriel pudo hablar con Marita su madre en Argentina, yo con Flor, mi madre en Colombia. Nos faltaba sólo llegar y celebrar...

La alegría por llegar se perfumo con un olor a tierra que empezamos a disfrutar, Así en silencio y felices entramos en Marinica. Sobre las 18:pm hora local ya estábamos fondeados..

Lanzarote- Cabo Verde



Zarpamos de Lanzarote sobre el medio día  el 20 de noviembre del 2013..Teníamos cerca de 1200 millas hasta Cabo verde, Mindelo. Realizamos este trayecto en 9 días.

 Zarpamos bajo el manto de un silencio casi sepulcral. Se abría una buena ventana meteorológica, después de ocho días de vacaciones en Lanzarote y una inestabilidad meteorológica de un frente del SW que nos desaconsejo zarpar antes.  Creo tampoco teníamos todo el valor necesario para poder zarpar, el trayecto entre Bárbate y Lanzarote nos había metido el miedo en el cuerpo a los tres.
 Inicialmente navegamos de ceñida, con dos risos en la mayor y amenaza de lluvia. Dejamos poco a poco Lanzarote y Fuerte ventura por estribor y nos adentramos en el océano con La Nao y nuestros fantasmas.







 A la segunda noche, ya el viento nos entraba de aleta y las olas volvían hacer grandes y tendidas una vez dejamos el refugio de la costa. Esas mismas olas que nos inquietaron tanto y nos hacían dudar por momentos que la Nao  sería capaz de pasar sin dificultad o sin embarcar una ola que nos hubiese puesto en apuros.


Día en que zarpamos

Estando a unas 200 millas de Gran canaria  el cuerpo de Ricardo dijo Basta...! Su aporte en el tramo más técnico y delicado, desde mí punto de vista, Bárbate- Lanzarote y el Mediterráneo nos paso factura...  Ricardo había navegado a un 120% de su capacidad y en una travesía tan larga hay que dosificar. No lo sabíamos, pues desde que zarpamos el 14 de octubre de Premia sólo nos empujaba el entusiasmo y las ganas de llegar. El océano nos paso la factura y Ricardo pago por los tres... Era arriesgado para los tres que continuara y  tome la decisión de regresar a Canarias  para su  desembarco, que nos dolió en lo más profundo.






  Fue la decisión más dura, subjetivamente hablando, tomada durante la travesía. Ricardo quería, pero no podía y Gabriel y yo estábamos con ganas pero con incertidumbres de lo que se nos venía encima. Yo confiaba, con fe, en La Nao, pero tampoco sabía si las condiciones de navegabilidad mejorarían o empeorarían, si la Nao realmente aguantaría  cualquiera de nosotros tres. Por esta razón lo más prudente fue regresar, quizás la locura fue continuar...!  Regresamos a Mogán, Gran Canaria, sobre las 3 de la madrugada, dormimos 5 horas y volvimos a reprender la marcha ya sin Ricardo.
La tercera y la cuarta jornada dude, vacile en continuar, la travesía perdió sentido para mí...El pecio pagado fue muy alto, el desembarco de Ricardo, y yo ya me encontraba sin capital interno para hacer frente al Atlántico. Estuvimos dos días a medio navegar, con una brisita que nos venia de cara,  pero sin el animo para hacer frente al agua que nos quedaba por delante. Gabriel  en este momento fue fundamental; mantuvo  un silencio respetuoso a mis dudas de continuar algo más de 48 horas, hasta que me invito a abortar la travesía o a continuar pero con el animo que se necesita para atravesar el océano. Estábamos ya a más de 400 millas del Lanzarote  y 200 de gran Canaria, volver era una posibilidad, pero también se hacia un océano regresar. La fuerza que nos dejo Ricardo y el empuje de un proyecto forjado hace más de 7 años decantaron la balanza y decidimos continuar. El  entusiasmo me volvió  a contagiar de ganas y continuamos navegando ganando sur y buscando lo antes posible la latitud 20, donde los  alisios se instauran mejor, y estas lejos de la influencia de los frentes del SW que nos hubiesen puesto las cosas feas con las olas y viento de cara.  

 El mar también compensa, y  pudimos avistar una ballena a unos 400 metros de la Nao, con su lomo que se asomaba y se sumergía. También avistamos un tanque de hierro azul de combustible a medio hundir que nos hizo "pensar malos pensamientos" pues, es imposible avistarlos para cambiar la derrota y como te choque no quiero ni pensarlo...!
A partir del quinto, sexto ya estaba más tranquilo y compenetrado con La Nao, Gabriel y el mar. A  las tardes escuchaba radio con la radio de onda corta, que por la humedad de la noche dejaba de funcionar en las mañanas y  después de 5 o 6 horas en la cubierta  volvía a funcionar a las tardes. escuchaba radio Habana Cuba, Radio Nacional de España y algunas emisoras Africanas. creo un día escuche el canto del Corán en Árabe.
 A las noches nos turnábamos las guardias con Gabriel y esperábamos el parte meteorológico  del equipo de tierra como "agua de mayo". Nos cuidábamos bastante y evitábamos maniobras innecesarias para proteger el material. No forzábamos la marcha de la Nao y empezamos hacer buenas medias de  navegación.

  Puesto de postales y suvenires..



La idea era navegar una media de 120 millas náuticas. El primer día sólo navegamos 70, el segundo 120, el tercero 150 el cuarto 100 millas náuticas...De tierra nos informaban por el teléfono satelital que íbamos bien, que ganáramos más sur y acompasáramos el paso de las olas con vela suficiente para que la ola no rompiera sobre la Nao.
Nos informaron de un frente fortísimo que había afectado Canarias. De este frente nos llego la resaca en forma de ola que coincidió con la bajada de viento el sexto día, lo cual hizo la navegación muy incomoda, pues las olas eran enormes y nos venían atravesadas.. Se nos hacía muy complicado navegar a rumbo.  Al sexto y séptimo día la lluvia nos volvió a visitar y veíamos con preocupación nubes negras que nos generaban lluvias de preocupaciones de  estar en su derrota y no poderlas evitar. Queríamos alejarnos de los acelerones de viento que traen con sigo y te ponen los nervios de punta.
                                                                                                                     
  Tiramos el Curricán
 y pescamos nuestro primer dorado, un pez enorme que hicimos la plancha. Cocinar se nos complicaba un poco según el día, pero intentábamos hacer una comida  caliente al diaria antes de anochecer y durante el resto del día picábamos bastante frutos secos. Las noches eran bastante frías y el piloto electrónico funcionaba bien, lo cual hacía agradable las noches que de tanto en tanto se veían interrumpidas por estrellas fugaces. Nunca antes había visto un cielo tan estrellado.
 El piloto de viento lo probamos un par de veces, pero no terminaba de funcionar el reglaje  y el barco se nos iba de orzada, por otro lado su instalación implicaba bajar a la llupe de popa, y nos suponía cierto riesgo de hacernos daño en las manos o caernos al agua. Por seguridad decidimos dejarlo estar y decidir en Cabo verde que podríamos hacer al respecto.
Al séptimo día una gaviota se quedo enganchada en el curri. Tardamos más de media hora en acercarla a la Nao, pero fuimos incapaces de liberarla del anzuelo, mientras otra gaviota nos sobrevolaba y observaba la suerte de su amiga. No tuvimos más remedia que cortar el hilo, y dejar la gaviota en el mar y a su suerte. Dicen que es mala suerte pescar un una gaviota, pero pensé a mis adentros que la mala suerte ya la habíamos pasado..!
Al octavo día el viento brillo por su ausencia, estábamos a 80 millas de Mindelo. Lordake nos informo de como hacer el acercamiento al puerto de Sant Vicent, y la posibilidad de continuar rumbo directo se esfumo y decidimos navegar hacia Cabo verde. Inicialmente no teníamos previsto escala en Cabo Verde, pero dadas las condiciones de viento y mar y que los Alisios  no estaba instaurados del todo, decidimos hacer caso al equipo de tierra y pusimos proa a Cabo Verde, pues  en ese momento la navegación se hizo muy incomoda. Encendimos el motor  e hicimos las últimas millas. El chivato del encendido no volvió a sonar y quedarse así una vez encendido el motor. Esto nos dio cierta tranquilidad, pues no queríamos volver a tener dificultades eléctricas. La nevera dejo de funcionar, pero nuestra dieta y nuestras reservas satisfacían un apetito escaso pero voraz. Durante el trayecto sólo nos cruzamos con dos cargueros y tuvimos que cambiar de derrota, pues uno de ellos casi se nos tiraba encima. Por fortuna estas maniobras fueron de día y la visibilidad era ideal para maniobrar sin las incertidumbres que trae la noche.

Sant Vicent es un puerto deportivo preparado para recibir  veleros que van a cruzar el océano. Se puede fondear o amarrar en los pantalanes. Por seguridad es mejor amarrar en los pantalanes, pues escuchamos relatos de diferentes navegantes que habían sido asaltados en la bahía. Allí nos aprovisionamos de alimentos e hicimos un repaso a la Nao.
Se come bien y los precios son razonables. Está todo muy pensado para los turistas y su casco antiguo ofrece de todo un poco.
Los tramites con las autoridades son rápidos. Hay que estar sólo pendiente de los horarios, de atención al publico.



Pantalan en Mindelo

Hay un local frente a las instalaciones del puerto donde todas las noches hay bandas de música en directo....Mucho sabor y alegría...!  A estas alturas Gabriel y yo estábamos más tranquilos, pero nos faltaba el Atlántico  y el Caribe, nada más y nada menos, así que era una tranquilidad relativa y expectante...! En 



Vistas de Mindelo

Mindelo estuvimos un par de días y disfrutamos, entre otras, de una ducha con agua caliente.Nos emocionamos mucho cuando entramos a Mindelo, pues el acercamiento fue con bastante viento y este desapareció solo cuando estábamos bajo el refugio de la bahía. Nos sorprendía la idea de haber navegado tantas millas y sólo el mar y el viento habernos hecho recorrer tanta distancia. Maravillados nos decíamos uno la otro: "Estamos en África"


 Parque en Mindelo donde tomábamos  café con Gabriel y pillábamos wifi.





Danza tradicional