viernes, 2 de julio de 2021

Cowes Inglaterra - Avilés España 600 Mn


Hablar del Canal de la Mancha y del golfo de Vizcaya, en términos náuticos es apuntar a un lugar emblemático de la navegación: Por su valor histórico en las rutas marítimas de Europa con el resto del mundo, por el valor geopolítico de la zona  que une diferentes piases, por la meteorología que con la fuerza de sus vientos y las mareas lo hacen un lugar complejo y sometido a diferentes y bruscos cambios climáticos, por el trafico marítimo de las grande navieras que transportan mercancías por todo el mundo y más recientemente por ser un lugar donde se inician y terminan las vueltas al mundo a vela.  Hablar del gofo de Vizcaya y del Canal de la Mancha para un navegante a vela es hablar de la pasión por la náutica.





El capricorno
Me enrole en el traslado de un velero regatero,  de Inglaterra a España, no se trataba de cualquier velero, se trataba de un velero de 15 metros que había formado parte de la flota de la  "Admiral's Cup" Llegando a ser barco ganador con el equipo francés en 1991
 

El velero llevaba más de 6 años en dique seco, donde le hicieron una remodelación, pero su propietario no lo pudo votar nuevamente al agua y su familia decidió venderlo. 



El comprador , Joaquin, un simpatizante del mar y de la náutica, que ilusionado con este prototipo quiere disfrutar de las prestaciones náuticas de esta embarcación. Es un velero pensado en su maniobra y gobernabilidad para más de 12  regatistas a bordo que de crucero quieren saber muy poco y la velocidad y las escoras al limite les suben el animo. Su nuevo armador tendrá mucho trabajo para poder "domesticar esta bestia" si quiere navegar con poca tripulación . No es un tipo de embarcación que me agrade, ni el tipo de navegación para el que esta construido este prototipo que me atraiga . Cuando se trata de regatas a este nivel y con este tipo de embarcaciones disfruto más navegando por internet, donde sin mojarme las sigo y en mi caso me suben el animo pero para lanzarme hacer crucero.  Eso sí, siempre he pensado que en las regatas se aprende a navegar. Pero ahí está Joaquín poniendo su deseo en juego, que de momento le ha permitido transportar su desconocida embarcación de Inglaterra a España en un mundo de la vela en el cual, nunca mejor dicho, el acaba de aterrizar, pues tiene un pasado y el alma de piloto. El destino final del "Capricorno" es Valencia y de Avilés a Valencia aún le queda gua por la proa. 

La travesía la realizamos en 4 días, zarpamos  de Cowes el martes 22 de junio a las 9:00 am y llegamos a Avilés el sábado 26 a las 2.00 pm


Realizar un traslado de una embarcación de segunda mano tienen sus retos y dificultades, es una embarcación nueva para el armador que tiene que ser probada , revisada y preparada para salir a navegar y descubrirle poco a poco como gobernarla,  optimizarla... Hacerla propia en definitiva. Este tiempo de prueba en esta travesía no se tuvo y la dificultad aumentaba por el tipo de travesía que se iba realizar, pues no era un traslado costero donde tienes puertos cercanos y puedes recalar en caso de algún problema, sino era un traslado con la exigencia de la navegación de altura en términos de seguridad, logística y preparación. Cualquier problema de estructura, jarcia, estanqueidad o propulsión lejos de costa puede ser un problema. Ya dice el refrán del marino: "El error del marino lo paga el marino" 


Decir al respecto que el armador fio la preparación del velero a un capitán  Inglés que pondría a punto la embarcación para la travesía y daría indicaciones a la tripulación del tipo de navegación que le gustaría hacer. El capitán en cuestión desapareció y dejo abandonado al armador a su suerte con los solo dos tripulantes, de los 6 previstos que realizarían la travesía y el traslado.
El traslado estuvo a punto de no realizarse, pues el barco no estaba preparado para una navegación de altura y como muchas largas travesías fracasan sin haber zarpado.


Se pensó en un segundo capitán, Frank para que se hiciese cargo del traslado, pero por razones sanitarias del Covid, el no podía hacer la travesía, no obstante dado el nivel de su profesionalidad realizo trabajos de preparación de la embarcación y se ofreció acompañar la travesía hasta Exmout, costeando por la compleja costa inglesa llena de balizas y bajos fondos, y desde allí diecemos el salto del Canal y no adentráramos en el golfo de Vizcaya. Propuso incluso  contactar con un nuevo tripulante que estaba dispuesto hacer la travesía hasta España.  Frank es un pedazo de skipper que controla mecánica, electricidad, electrónica, maniobras, meteorología, marinería y que todo lo que hace parece muy fácil en sus manos.  Lleva mucho tiempo navegando por estas latitudes y el cruce a España lo ha realizado más de 10 veces. Toda una garantía para un armador y una tripulación que no lo  veía tan claro. 

Frank


  La implicación de Frank, el patrón Inglés, hizo que  Alex y yo mismo diéramos un paso adelante y asumiéramos la viabilidad de hacer el traslado nosotros, sin más tripulantes y sin más ayudas. Ambos nos veíamos capaces de hacerlo con seguridad y a la francesa. Para tal empresa, prescindiríamos de la enorme vela  mayor con su pedestal que desmultiplica la potencia de esta vela y que con solo tres tripulantes hubiese sido inviable hacer entrar en juego esta potente vela.

Mao
 Asumimos con  Alex que las decisiones serian consensuadas y que en caso de no consenso la última palabra la tenia Alex. Así se lo hicimos saber al armador, incluso descartamos la ayuda de un tercer tripulante. Nos pusimos manos a la obra y planificamos en dos días, la logística (Comida combustible), el tipo de navegación, ( a la francesa: Motor y velas de proa) , la ruta con ayuda de Frank y la vida a bordo. 
 Revisamos cabos, velas y renvíos de las velas de proa que utilizaríamos y fiamos al motor como sistema de propulsión su protagonismo en la travesía. Un motor Yanmar de 54 caballos  con muy pocas horas de uso. Se cambiaron las baterías para garantizar electricidad.



Alex  es un capitán de yate de Avilés, un patrón con oficio y con ganas de hacer millas náuticas para ganar experiencia. Lo que sabe, lo sabe muy bien y tiene criterio propio para tomar decisiones náuticas. Habla de frente mirándote a los ojos, da su punto de vista de manera franca y no tiene ningún problema para buscar consensos, tiene carácter, pero también y sobre todo nobleza, en esto se parece al mar. Es un patrón de fiar con el que no tendría ningún problema en repetir travesía,  iría muy tranquilo a su lado. Es un pedazo de patrón  que no tengo la menor duda que a la que lo conozcan más en el mundo náutico le sobraran ofertas de patrón o tripulante para  las travesías más exigentes 

Una ves tomada la decisión de zarpar con una inmejorable ventana meteorológica que nos permitiese el traslado con algo de garantía zarpamos de Cowes  al mando de Frank que probaría el velero y nos daría en navegación un criterio de realidad  sobre continuar o definitivamente abandonar la idea del traslado. 
Esta primera jornada nos permitió hacernos una opinión real del estado de la jarcia, del consumo medio de combustible, de la velocidad del velero con el motor a 1800/2000 revoluciones. 

 
Las guardias eran de dos horas cada uno, una comida caliente al atardecer.  Llevábamos como sistemas de navegación el plotter del velero, el móvil de Alex con el programa de Navionisc y carta náutica de papel donde trazamos destino y marcábamos posiciones para saber en todo momento donde nos encontrábamos.  

  

El frio y la lluvia acompaño gran parte de la travesía y sobre todo  los días previos a la partida. Señalar al respecto que los navegantes que vimos en Cowes se les veía muy habituados a navegar en condiciones "húmedas" perfectamente equipados. No pensé que fuese hacer tanto frio a finales de junio. Creo que es un aspecto importante para quien quiera navegar por estas aguas: Bien abrigado y con ropa de lluvia de cierta calidad.  

Las primeras 96 Mn nos llevo a  Exmout, un precioso puerto resguardado de los vientos que soplan por el canal en una especie de ria  que se adentra en la tierra. Este tramo nos permitió probar el velero y ganar en confianza  en que lo podríamos trasladar hasta el cantábrico.

 Allí decidimos hacer noche pues la gasolinera estaba cerrada para reponer el combustible que necesitábamos para lo que quedaba de travesía. En Exmout, desembarco Frank, no sin antes abarloar el velero a otra embarcación para pasar la noche y facilitar repostar en un barco que hacia las veces de estación de combustible. Este traslado se lo debemos en gran parte a este navegante Inglés que ojala la vida me vuelva encontrar a bordo de un velero, para disfrutar de su facilidad y seguridad con la que navega.


 Si tuviese que comprar un velero en Inglaterra, Francia u Holanda, muy seguramente contrataría los servicios de un patrón de la zona, para que te acerque el velero hasta las puertas del golfo de Vizcaya, Esa o esas  jornadas de navegación  darían una versión muy cercana y real del estado del velero y te pondría en alerta de cualquier reparación o a ajuste antes de afrontar el golfo de Vizcaya. Definitivamente no me metería en las aguas de este golfo si el velero no esta revisado y en condiciones.

Del canal de la mancha decir la fuerza de sus vientos y la atención que hay que prestar a la "autopista  " de circulación de los grandes cargueros que entran y salen del canal. Es una zona de unas 20 Mn donde debes cruzar, como quien cruza una autopista: Mirando para lado y lado y pasar lo antes posible. Las embarcaciones menores, como veleros se mantienen alejadas de esta zona y navegan más cerca de la costa, a no ser que tengan que cruzar el canal.
En estas aguas mejor ir sobrado de motor que corto, pues las corrientes te pueden hacer de  una travesía  una eternidad, pues te ralentizan la marcha si son en contra. Un sistema de propulsión como el motor para un velero, aunque suene paradójico es sinónimo de seguridad. 

Navegamos con tres velas de Proa: Un foque, el Génova y un tormentín. Con el Génova y  10 nudos de viento por la aleta o el través ya e velero cogía arrancada . En algún momento pudimos coger 9 nudos de velocidad. El foque nos daba unos 7/8 nudos de velocidad y el tormentín 5/6 nudos o un poco de estabilidad cuando el viento venía de proa.


Joaquin
Navegamos muy prudentes al principio solo con el tormentín y a medida que fuimos ganando confianza izamos foque y Génova. El Génova era una vela muy grande y arriarla entrañaba algo de dificultad para no dejarla ir al agua. El velero no tenía enrollador de Génova y las velas de proa se envergaban en una guía, Es una maniobra sencilla si tienes 2 o 3 tripulantes en proa y otros dos en driza en el piano y el otro con la escota. Cada que se izaba o arriaba, teníamos que ir poco a poco y  requeríamos de un merecido descanso pues nos vaciaba de energía. No me quiero imaginar arriar estas velas con mal tiempo....!

En general fue una travesía con muy poco viento y  el poco que había flojo de y proa. Muchas nubes que no impidieron uno que otro atardecer de esos que te hacen sentir vivo.
Alex


La bañera tan descubierta con lluvia o mucho sol, hacían  difícil la vida abordo y el cansancio se apoderaba  más rápido. Es un barco incomodo para largar travesías.
Las llegadas o salidas de los puertos siempre me intensifican mi estado emocional, ya sea por que se imponen los nervios cuando vas iniciar una travesía. o por que te alegras de ver tierra. Al final navegas para volver a tierra...!

Las últimas millas del acercamiento a Exmout, el tiempo fue más benévolo con   nosotros, un poco de sol y una mar plana fueron la antesala de la entrada a la riada, donde nos esperaba un marinero en una neumática y nos indico abarluanos a otros dos veleros fondeados a una boya.


Exmout

Me ha llamado la atención el ambiente náutico que se siente en los  dos puertos Ingleses que visitamos: Muchas marinas, regatas, cruceristas. tiendas náuticas, familias enteras haciendo vida alrededor del velero, en síntesis mucha cultura náutica


Estación de combustible

 A la mañana siguiente nos levantamos muy pronto y ya a las 8:00am, estábamos amarrados  "al barco estación de gasolina" para repostar  3 garrafas de 10 litros que nos hacían falta y habíamos gastado el día anterior. No nos quisieron  vender si no" hacíamos la cola ", ( por el otro costado del barco estación) por un canal de un solo sentido que había que recorrer para llegar al barco cisterna.  No le importo al dependiente que hubiésemos llegado primero y nuestro desconocimiento de esta norma para repostar. Nos hizo desamarrarnos y Joaquín tuvo que coger un taxi barco, hacer el recorrido  del canal  balizado para llegar al barco cisterna, mientras nosotros teníamos que esperar en el canal grande. En el mismo taxi barco se desembarco  Frank.
 


En la salida de Exmout, el sol y una mar plana nos  acompaño hasta la noche del tercer día de navegación. Fue un alivio después de tantos días lluviosos y con fuertes vientos.
Entrada al canal de Exmout


 A parte del sol y un día para hacer afición ,el regalo vino con el espectáculo y la compañía de los delfines que juguetearon en la proa del velero. Esta visita fue como una especie de despedida de las aguas inglesas y una bienvenida a las aguas francesas. 

El paso por por el faro de Brest lo realizamos sobre las 6 de la mañana, después de 21 horas de navegación y 190 Mn desde que zarpamos del puerto Inglés de Exmout.  Veníamos haciendo  una buena media que se vio ralentizada por las corrientes de la isla francesa de Quessant, que dejamos por babor, En este tramo de navegación parecía que no avanzáramos. Hasta este momento los rumbos de navegación eran del tercer cuadrante entre un 210 y un 225, a partir de esta isla  el rumbo ya era un 180  y  poner la proa a la costa española ganando latitud. En este sentido teníamos trazado un rumbo verdadero en la carta que  nos llevaba a Avilés, Navegábamos con un rumbo de aguja muy cercano al rumbo verdadero marcada en la carta. Hay que decir  que el compas del velero no se iluminaba a la noche y era muy complejo no hacer" eses", pues la referencia era el plotter  en el interior  de l velero y un móvil pegado con cinta a una lumbrera con el Navionics que nos indicaba el rumbo.
Por otro lado las noches fueron muy oscuras y habían pocas referencias para orientarse, por tanto era fácil perder el rumbo de aguja o no ir tan preciso a la caña. 

La pala del timón tampoco ayudaba mucho, pues,  no era muy cómodo gobernar  ya que estaba muy baja y el extensible  se rompió en la travesía por un pisotón y era muy corto para gobernar con comodidad. Por lo cual mantener el velero en rumbo en la noche no era una fácil misión. 
Nos llamo la atención los pocos  cargueros que avistamos por las zonas donde navegamos, nos cruzamos con algún pesquero y uno que otro barco de cabotaje que en medio de la rutina siempre es un acontecimiento  que te distrae un rato.


La disyuntiva en términos de rumbo/destino final  era: O bien mantenerse en rumbos muy cerca de la línea trazada a destino o bien ganar latitud cuando el viento lo permitiera, buscando un acercamiento a tierra lo antes posible para estar menos tiempo  lejos de costa, aprovechando que el velero arrancaba y ganaba velocidad y recuperando longitud ya más cerca de tierra.  Optamos más por estar cerca al rumbo verdadero marcado en la carta y en el Navionics. El poco viento que tuvimos en el golfo de Vizcaya siempre lo tuvimos a unos 40º de ambas amuras. El rumbo directo nos hacia ir exclusivamente a motor.  
La apuesta que hicimos de ir muy cerca a la línea  trazada en la carta, creo sólo tenía un inconveniente y es que la  que la ventana meteorológica cambiará, pues coincidíamos con Alex, que si se nos  hubiese montado vientos de cara y ola de de 30 nudos, no hubiese sido una navegación fácil ni cómoda y muy probablemente hubiésemos tenido que improvisar para acercarnos a la costa española. Tampoco íbamos sobrados de combustible como para enfrentar otro escenario meteorológico. El parte meteorológico tan benévolo fue sin duda un facto importante para realizar la travesía. 


Al amarrar el velero, a Alex lo estaba esperando su familia en el pantalán y no es para menos después de la gran travesía realizada. Un baño de afecto y cariño de los tuyos después de una compleja navegación de altura  es un masaje para el  alma y para recordarnos que siempre que nos metemos en el  mar si por un lado nos puede embriagar la felicidad, también puede acechar la fatalidad.
 Después de 600 millas llegamos a Avilés, puerto protegido por una riada y por lo que nos comentaba Alex, en los últimos años un puerto visitado y descubierto por veleros ingleses y franceses que recalan buscando tranquilidad y economía.   

 Como siempre las tensiones y desencuentros con tus compañeros de travesía hace parte de navegar y se quedan en el mar. No queda más que agradecer a Frank, Alex y Joaquín por haberme permitido vivir esta experiencia maravillosa.





Una gran travesía.