lunes, 6 de diciembre de 2021

De la Manga del mar menor a Calpe: Los piratas también abordan en tierra

 

Gonzalo, un entusiasta  armador de un 9 metros comprado en el verano, nunca pensó que la primera gran borrasca por sortear con vientos de fuerza 6 la iba tener que lidiar en tierra con unos "especialistas en náutica" que le iban a poner su barco a punto para hacer un travesía de más de 350 Mn desde la Manga del mar menor a Portbou.

La compra de una embarcación de segunda mano siempre trae consigo gastos extras, reparaciones inesperadas, cambios de piezas y los ajustes necesarios para hacer  el traslado hasta el que será el puerto base de la embarcación; travesía   que sirve no solo para trasladar la embarcación, sino más aún para valorar  cómo navega la embarcación, el estado del motor,  los consumos,  la jarcia,  las velas y el estado en general   del velero. A partir de aquí dejar nuestra embarcación a son de mar es cuestión de tiempo y cariño.

 El traslado es el encuentro del patrón con la embarcación y suele comenzar muchas veces como un matrimonio con luna de miel y pedida de divorcio a la ves. Siempre he pensado que un barco no se compra, hay que parirlo y los primeros tiempos de propietario son dolorosos

Hay que aguantar, no tomar decisiones en caliente. La reconciliación con tu embarcación viene con los primeros bordos, el viento en la cara y entrar a puerto a descansar.....

Un buen refrán marinero dice que el mejor velero es el que tienes..!  No le sobra razón.

Bordos a Torre ViejaBordos a Torre Vieja

Gonzalo en verano ya había intentado llegar a Portbou, pero tuvo problemas con el motor y el "famoso moco" del tanque de gasoil le hizo terminar su primer intento en Moraira, desarbolar su velero y regresarlo a la manga del mar menor en camión para hacerle la respectiva reparación. 

Aquí empieza su "tormenta" con los especialistas de tierra que prometieron dejarle el motor "listo para los próximos 30 años " En seis meses le regresaron su embarcación con "supuestas" reparaciones de motor  de problemas que antes no existan y "listo" para navegar... Eso si, le hicieron pasar por caja a abonar un mal trabajo. Piratas en toda regla que mermaron el presupuesto del armador, pero que no lo hicieron desistir  de sacar su velero de las mandíbulas de esas pirañas, que estaban dispuestas a morder más y su voracidad parecía no tener limites.

El traslado:

Juntó tripulación y se decidió volver a intentar llegar a su puerto base navegando.. La meteorología y los problemas de motor no nos lo pusieron fácil y en dos jornadas intensas de situaciones náuticas bien resueltas logramos llegar a Calpe, puerta del Cabo de la Nao, allí donde Gonzalo había llegado en verano en su primer intento. 

Vladimir, Víctor y quien escribe ( Mauricio) quedamos con un sabor agridulce de no haber podido llegar más lejos y alejar el Rakna (nombre del velero)  aún más de las aguas de esos piratas de tierra. 

El mar te ofrece ventanas meteorológicas y cada una de ellas tiene sus riesgos.. Hay que aceptarlas y  nunca subestimar la belleza de su poderío. El parte y los infortunios del motor nos dio para llegar a Calpe...


Trayecto a Calpe 

Después de viajar gran parte del día desde Barcelona a la Manga del mar menor, embarcamos el jueves 2  de diciembre con el animo de zarpar esa misma noche, pues la previsión más al norte, sobre el golfo de valencia y en particular el  Delta del Ebro de cara al domingo 5, era poco aulagueña para intentar pasar con los vientos de más de 35 nudos que se podrían instaurar.. Queríamos ganar tiempo y llegar a la altura Vinaroz, allí valorar e intentar una navegación de protección costera a partir del Delta hasta aguas cercanas a Barcelona. Era un mistral que invitaba a la prudencia pues iría en ascenso a partir del jueves 2 con vientos mantenidos  entre 15 y 20 nudos y algunas encalmadas por los efectos de sombre de la costa y picos de más de 35 nudos en rumbos directos.

Salir de la manga del mar menor era un prioridad para evitar los vientos más fuertes en un par de días, pero  el puente de salida  de la manga tiene unos horarios muy específicos y solo pudimos salir a las 6 de la tarde del mismo jueves.






Al atardecer y con el manto de la noche ya encima nuestro logramos salir de la Manga, con el barco "apenas preparado" para realizar la travesía hasta San Pedro donde pensábamos poner el barco a son de mar, para acercarlo a Porbou, más de 350Mn por la proa.  Pudimos apenas montar un Génova y comprar algo de comida para poder llegar. La idea inicial era navegar desde San Pedro hasta el Cabo de la Nao rumbo directo y desde allí poner proa hacia Vinaroz.
Nada más salir el viento empezó a subir y los 15 nudos que esperábamos se convirtieron en 20 nudos con rachas de 25 nudos que nos hacían escorar bastante. La Génova (vendida por los especialistas piratas) salto de la guía  que  no aguanto las rachas. Muy probablemente la relinga estaba cedida y no soporto la fuerza de la racha.
Paralelamente constatamos que el motor había  dejado de funcionar y nos encontramos con los dos sistemas de propulsión heridos: El motor y las velas.
El viento que al principio nos  hacía avanzar, ahora nos alejaba de la costa y nos hacia retroceder hacia un  paisaje amenazante de tormenta eléctrica que teníamos por  la popa.
Decidimos montar el foque del barco y desistimos de la idea de ir a San Pedro y  mejor poner rumbo a Torre Vieja, pues era un puerto que su bocana es amplia y hay margen en su interior para la maniobra a vela. Estabilizamos  la embarcación y nos turnamos la rueda con uno de nosotros siempre en la mayor desventándola, para poder pasar las rachas.  

Un tramo que pensábamos hacer en un par de horas, se convirtieron casi en 6  duras horas  de navegación a vela con vientos de 20/25 nudos que nos puso a prueba.  El Rakna nos enseño su nobleza y a pesar de no ir rizados  aguanto bien los envites del viento, dándonos sensación de seguridad
En Torre Vieja pudimos descansar un rato, reponer fuerzas y estado de animo que había mermado el viento y el frio de la noche anterior. Tras la visita de un mecánico honesto, este nos señalo el "posible fallo" que tenía la embarcación en el motor. 

Después de probar el motor, ya el viernes  3 al medio día  nos lanzamos a continuar, consientes que muy seguramente la idea de cruzar el Delta antes del domingo era complicado, por tanto nos pusimos como objetivo Vinaroz y allí valorar.  Descartamos rumbos directos y optamos por una navegación de protección costera.

La salida de Torre Vieja fue más preparada y menos improvisada: Salimos rizados en la mayor y pusimos el barco lo más confortable y a son de mar para las millas que teníamos por la proa.  La moral estaba alta y cada uno de nosotros nos sentíamos capaces de gobernar la embarcación con seguridad. El trabajo en equipo en los bordos de la noche anterior y el buen estar de todos nos dio confianza para continuar.


Fueron cerca de 10 horas con unos 15/20 nudos del través o de ceñida que navegamos muy plácidamente y haciendo muy buenas medias. 




Los silencios de la noche anterior, dieron paso al descanso, a las conversaciones más humanas y más cercanas. 

Instauramos guardias de una hora que pasaban volando. Una jornada de navegación donde literalmente nos devoramos las millas por la proa.

Sobre las 11 de la noche el viento cayo por efecto de  de las montañas de la costa y decidimos volver a encender el motor. El motor nuevamente volvió a dar los mismos problemas: Encendía, pero no propulsaba. Nuevamente las preguntas del origen del problema quedaron sin respuesta.

Decidimos atracar en Calpe después de casi 5 horas a pocas millas de la bocana del puerto y con apenas viento para hacer un acercamiento a vela.



El sábado 4 intentamos navegar hasta  Valencia para cruzar el Cabo de la Nao, pero el motor definitivamente no respondió. 
  El Rakna ha quedado amarrado en Calpe a la espera  de que esta ves  profesionales de verdad arreglen el problema de motor.
Gonzalo, el armador ha sufrido en carne propia el ataque de piratas, pero no me cabe la menor duda que esto quedará como una anécdota y un mal trago del pasado. Es un patrón  intuitivo, con empuje, con mucho sentido común  y criterio náutico. Estoy seguro  que escribirá una bonita historia náutica con el Rakna de grandes y pequeñas singladuras.

Resalto   de este traslado el cuidado exquisito, respetuoso y cercano que en todo momento, a pesar de que las circunstancias le invitaban más al desanimo, que tuvo Gonzalo con nosotros su tripulación. Su buen humor  no lo deja caer y su decencia hace que se le mire con respeto, como a un hombre de mar que ha sobrevivido al ataque de unos `piratas.













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