A estas alturas ya nos habíamos apropiado un poco más del lenguaje y términos náuticos, que es todo un mundo y con prudencia y tacto, dábamos nuestros puntos de vista; lo cual no es nada fácil, pues hasta este momento la gran mayoría de patrones que habíamos conocido eran gente que se autoproclamaban doctores en náutica, y quizás lo que nos diferenciaba, en términos de saber, era el que éstos fuesen los propietarios de las embarcaciones, pero a efectos de lo que significa navegar, la distancia era más corta de la que parecía. De lo que se trata es de navegar y aprender haciendo y ,para ésto, embarcarce con diferentes patrones te da la posibilidad de navegar, a veces con el costo de que te toque como patrón verdaderos cretinos, como fue el caso del patrón del barco con el que hicimos esta regata de la sal.
Nos embarcamos en un velero de época de madera: El "Majamar". Un velero de 10 metros de eslora y 3 de manga. Éramos ,a parte del patrón, cinco tripulantes más, de los cuales EVA, sobresale por encima del resto, por su saber estar en el mar, sus apreciaciones y porque era la única navegante de verdad. El patrón no merece muchos renglones; decir que su ego nos llevó a una situación que embargaba cierto peligro y que si no hubiese sido por Eva, no sabría cómo hubiese terminado todo.
Desde el inicio de la regata y durante las 150 millas náuticas que separa Barcelona de Ibiza, Eva corrigió una a una las decisiones erróneas que tomó el patrón: por dónde salir, cuándo corregir rumbo, còmo trimar las velas..etc
En la travesía tardamos unas 35 horas, fuimos los últimos en llegar, pero afortunadamente llegamos. Cuando nos encontrábamos a unas 80 millas de Ibiza, el viento comenzó a subir, el barco venía realizando buena media, pero con el viento subiendo lo aconsejable era quitar un poco de trapo, de velas, y de esta manera se evitan riesgos innecesarios..Recomendación que el patrón no acató y que trajo como consecuencia que se reventaran las burdas, dos cable de acero, que vienen anclados a la cubierta del barco y que tiene como función manterner el mástil en su lugar. En el momento en que rompieron las burdas, fue Eva, y sólo ella, quien hizo y organizó lo que se tenía que hacer, pues el patrón se quedó clavado, catatónico, sin saber qué decir. Ella ordenó aproar el barco y a cada uno de nosotros nos puso a trabajar en funciones que tenían que ver con bajar velas y recoger cabos. Eva sugirió al patrón irnos para Mallorca que estaba más cerca, pero éste insistió en continuar a motor hasta Ibiza, con la consecuencia que nos quedamos sin combustible a 20 millas de la costa, escoltados por un "Riera de Vigo", un remolcador de salvamento marítimo, que vino a socorrernos en caso que hubiese que abandonar el barco. El patrón tuvo que contratar un remolcador privado que nos acercara a Ibiza, con los costos económicos que ésto le implicó.
Al llegar a puerto nos desembarcamos todos los tripulantes. Con Ricardo decidimos regrasar en ferri, pues hacerlo en el majamar con este patrón y sin Eva, era casi un sucidio.
Eva tiene alrededor de 35 años; abandonó el trabajo en una farmacia y se formó como Skyper en Inglaterra. Trabaja llevando veleros por el mediterráneo y el atlántico y lleva a sus espaldas tres travesias atlánticas. Sencilla, nada prepotente y muy marinera. Ella fue lo mejor de esta travesía, conocer a una patrona que verdaderamente sabe, que respeta el mar y su oficio, que disfruta del mar y de navegarlo.
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